II parte
Jeanet Corrales
Sin duda la música, siempre será un tema controversial en cuanto a género, ritmos, letras, estilos. Crecí escuchando y aún me sigue pasando, que, la gente dice, la música, de antes si era música, lo de ahora es basura, vulgaridad. En esos vaivenes, la he utilizado como un recurso para reflexionar sobre la desigualdad y la discriminación, analizando la posición en las que somos colocadas las personas, hombres y mujeres, así como los mensajes que trasmiten distintas canciones, desde románticas, eufóricas, melancólicas, rockeras, rancheras, reguetoneras, de la trova, hasta las infantiles etc. de distintos tiempos y épocas.
Hoy me han invitado a responder esta interrogante ¿Pueden las feministas perrear si o no por qué?
Creo que las personas pueden hacer lo que les guste, lo que prefieran, siempre y cuando esa decisión de hacerlo, no transgreda su estima o amor propio. Investigué sobre qué significa perrear y el común denominador que encontré, es que el término está asociado a los movimientos que realizan los perros durante el apareamiento. Me parece una definición bastante descontextualizada, any-way, será en otra oportunidad que hablemos de esto.
Actualmente, hay distintas posiciones sobre bailar música reguetonera o de perreo. Por un lado, hay quienes afirman que este tipo de ritmo degrada a las mujeres, las sexualiza, las cosifica, otras personas, en cambio, consideran que el baile del perreo, las apropia de sus cuerpos, que es una forma de emancipación. Considero que el tema no es si deben perrear o no; sino por qué lo quieren hacer, o lo hacen. Es decir, si están a gusto, no veo por qué no lo pueden hacer. Lo que me queda claro es que cada vez que las mujeres utilicemos nuestros cuerpos de manera consciente y autónoma, como medio para expresarnos, divertirnos, para posicionarnos en el mundo; seremos juzgadas. En síntesis, la historia se repite, no importa el ritmo. Sobre las letras de las canciones de perreo, ese es otro tema, personalmente no bailaría, por muy bueno que sea el ritmo, una música que me degrade como ser humana.

¡Perreo lo que mi culo decide!
Osiris Canales
Subo a la bicicleta y perreo sola, voy al 1000, en mi mundo. Es el ritmo que me electriza y me eleva a la enésima potencia! Es una recarga al cuerpo y a los sentidos, sobre todo cuando mis ánimos por el vaivén de los días me piden una recarga de adrenalina. En ese momento decido ignorar al tipo que canta, un tal bad. Es que él y otros que hacen reguetón no me caen bien, si como todo, hay uno peor que otro. Acepto, me gusta perrear. Aún entre pocas alternativas en este género, acepto que sí me gusta mover el forro, para mí, con las canciones que yo decido, cuando y con quien quiero; como muchas decisiones feministas que se toman a diario.
Y es que somos parte de un mundo que no es ajeno ni aislado de un sistema endémico, en el cual yo he decidido no negarme una cosa más. Bastante ya se nos es negado. Si esto es música de calidad o no, no es tema para mí, ni voy a defender lo indefendible. Hablo de ritmos, ahí lo limitaría. Suena complejo, y probablemente la mayoría de veces esto solo lo puedo decidir sola, cuando no me toca negociar el espacio de baile con nadie más que conmigo misma.
¿Se puede perrear (y escuchar música de banda, rock, etc.) con gafas lilas feminista? Yo digo que sí. Al igual que el cuerpo es un espacio político – no lo digo yo, lo dice las teorías feministas– entonces también creo que lo que bailamos también puede politizarse, erotizarse como un derecho al goce y al placer desde nuestro cuerpo y nuestras decisiones.
Acá una propuesta desde mi vivencia de cómo vivir el reguetón desde el erotismo y el goce:
- Tengo mi playlist de reguetón que yo decido y administro; hay reguetoneros “no dignos” con letras intolerables que jamás estarán ahí.
- Apoyo el reguetón hecho por mujeres, ¿se acuerdan de la caballota, Ivy Queen? (quítate tu pa´ ponerme yo) ¡Siempre a la vanguardia de lo que perreo!
- Bailo sola, en mi bici, frente al espejo, con mis amigas
- En espacios públicos, no acepto que ningún “tipo” asuma por mí, nadie roza mi cuerpo sin mi consentimiento, ni el de mis compañías.
Conclusion
Shirlene Green N.
Luego de leer las respuestas de mis amigas, platicar con otras compañeras sobre el tema en la discusión Feminismoas Otroas organizado por la Red de Mujeres-Finlandia y Somos La Colectiva y liberar mi cuerpa bailando al son de la música debo concluir que el perreo la traigo innato en mi cuerpa y no me siento mal ni culpable de ello.
De la discusión aprendí tres cosas:
- Perrear no es sólo la forma de colocar el culo arriba y menearlo, es liberar todo mi cuerpa, es ser rebelde desde con mi cuerpa.
- Cuando salgo a perrear mi cuerpa y YO ponemos las reglas y decidimos.
- Es genial salir con un círculo de amistades que te cuiden y con quien puedas perrear.
Entonces no se dice más; tu cuerpa es tuya y lo perreas cuando quieras!
Lea la primera parte acá.


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