Te invento
Te invento en el jardín
invento que me hablas
que me llamas
y en realidad me hablas
y a veces no comprendo
lo que dices
y me asombro de ti
de tu misterio
y finjo que comprendo
para que no te alejes.
Día a día te invento
y esa es mi manera
de enfrentarme a tu ausencia
porque de no inventarte
se esfumaría el gozo
de mis horas
y tú te esfumarías. (Saudade 1999)
Claribel Alegría fue poeta, traductora y ensayista centroamericana quien nació en Estelí, Nicaragua, en 1924. Años después se traslado a vivir a El Salvador junto con su familia. En 1943 se mudó a En Estados Unidos de América donde obtuvo el título de Filosofía y Letras en la Universidad George Washington.
Luego de casarse con Darwin Flakoll Alegría con quien procreo cuatro hijos viajo y residió en varios países, pero en 1985 regreso a Nicaragua para apoyar con la reconstrucción del país.
La trayectoria literaria de Alegría incluye la publicación de poesía, novela y cuentos para niños. En 1978 fue galardonada con el premio Casa de las Américas por su obra Sobrevivo y en el 2000 obtuvo el premio de Autores Independientes.
En el 2011 el Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua, fue homenajeado a Claribel Alegría, la única poeta viva a quien se había dedicado el festival. En noviembre del 2017 recibió el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Entre sus obras tenemos: Anillo de Silencio, Vigilias, Umbrales, Fuga de Canto Grande, La Mujer del Río, Saudade, El desdén, Albúm Familiar, Pueblo de Dios y Mandinga y otros.
Conocí a Alegría por medio de su hijo Erick Flakoll quien es mi amigo. Los amigos de Erick eran también sus amigos. Recuerdo que en varias ocasiones que la visite nos sentamos a hablar en su terraza que era uno de sus lugares preferidos para terminar su día.
A su muerte en 2018 yo no estuve presente por no estar en Managua, sin embargo sé que alzó su vuelo como una de las grandes en el mundo literario.
Qué lástima
Qué lástimas que duermas
y se interrumpa el diálogo
y no sientas mi beso
en tus ojos cerrados.
Qué lástima tu infancia
así truncada,
ese tiempo sin tiempo
a medio abrir
por el que ya empezaba
a vislumbrarte.
Mañana todo habrá cambiado:
otra vez hablándonos
de lejos
desde nuestra esquivas
soledades.
Qué lástima
los signos de mi amor,
mis apretados círculos
de miedo
que no sé si entendiste.